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Versículo al azar

El Mensaje Reencontrado

Libro XXVIII

NI REVÉTUEEL BARRO

27. Si nos preguntan qué es el Libro, respondamos: una piedra sobre la cual se apoyan firmemente los creyentes y un manantial del cual extraen agua sin cesar.

27'. 36 opiniones conocidas simultáneamente.
36 oficios aprendidos de una vez.
36 cosas hechas al mismo tiempo.
36 luces vistas de repente.
36 deseos realizados en uno solo.
36 religiones reunidas en una fe.
02 abril 2011

El Cosmopolita

(extractos)


Contiene abundantemente el Espíritu del Universo, que es el fuego, se comunica por el vehículo del aire a las cosas sublunares y les da vida; porque la vida no es más que un flujo de fuego natural en el cuerpo vivo.

Hay una clave secreta que abre la puerta de esos secretos; esta oculta en un cuerpo muy común y visible a los ojos del vulgo, pero muy precioso ante los de los verdaderos Filósofos.

[...] el calor hace subir la humedad de la tierra en niebla, que una vez levantada vuelve a caer en forma de lluvia por su peso, y devuelve a la tierra su humedad para hacerla fructificar. Porque esta marea universal se acrecienta del Cielo y trae de él cada vez nuevas virtudes.

Como conclusión, diré que aquellos que deseen trabajar imitando a la naturaleza, deben conocer primeramente las simientes y después también las matrices, y entonces, si escogen la verdadera simiente, tal como la naturaleza la ha formado, y si ponen dicha simiente bien purgada y bien acondicionada en esa matriz, encargando la cocción a la naturaleza del fuego inherente en ellos, entonces, digo, podrán alcanzar un éxito favorable. En esa materia no basta conocer la simiente particular de cada cuerpo de los tres reinos de la naturaleza que corrientemente lo tiene inherente en sí mismo; menester además conocer la simiente del Espíritu universal que él infunde admirablemente a los animales, los vegetales y los minerales, sin el que nada subsiste ni se engendra; porque ese Espíritu, ese quinto elemento, ese instrumento del Eterno, es absolutamente imprescindible en la procreación de las cosas. Así como contiene la tintura universal de las simientes, tiene también el poder de obrar sobre lo universal, y debe razonablemente servir de base a la Medicina universal, la que nunca nadie sacó, ni sacará, de un cuerpo particular de los animales, de los vegetales, ni de los minerales.

[...] no se efectúa putrefacción sin solución, ni solución sin licor; pero este licor debe ser proporcionado a cada especie, ante todo, de acuerdo con su esencia o su calidad, después, según su cantidad...

¿Y la cábala de la filosofía no hace ver a los enterados que este Espíritu universal, incorporado, por una manipulación tan admirable como oculta, a la tierra filosófica, la lleva por los grados que le dicta el curso prescrito de la naturaleza a esa perfección que, hecha suya en seguida por los cuerpos defectuosos y perecederos, les hace renacer a una nueva vida, en la que se hallan fuera de la jurisdicción de los elementos transitorios?

La serpiente se renueva o rejuvenece cambiando de piel; el hombre hace otro tanto cuando por la absorción de una Medicina excelente y universal, su cabello blanco se cambia en negro y su piel arrugada en una tez fresca. Lo mismo reverdecen las plantas con la aplicación de la Medicina universal, y el oro se rejuvenece cuando se transforma en licor de Mercurio por el beneficio del fuego. Podría decir muchas cosas acerca de esta conservación, si no temiese hacer un libro en lugar de una carta.

El alma razonable es un espejo que representa las cosas muy alejadas, lo cual no sabrían hacer los sentidos materiales, ella penetra por un razonamiento sólido, hasta en las cosas invisibles e impalpables. Mientras ocupa sus facultades en las cosas materiales, le cuesta trabajo elevar su mirada a las cosas sublimes, pero si halla asistido de la gracia divina para desembarazarse de ellas, entonces puede emplear todas sus fuerzas y actuar vigorosamente. Porque así como los astros superiores e inferiores, quiero decir, los generales y los particulares, extraen su luz y su vida de la luz concentrada del Sol. Así las almas razonables no pueden nada por sí solas si no están iluminadas por los rayos de la gracia del Sol de Justicia, nuestro Señor Jesucristo, por medio de su Espíritu Santo.