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Versículo al azar
El Mensaje Reencontrado
Libro XXVIII
NI REVÉTUE — EL BARRO
27. Si nos preguntan qué es el Libro, respondamos: una piedra sobre la cual se apoyan firmemente los creyentes y un manantial del cual extraen agua sin cesar.
27'. 36 opiniones conocidas simultáneamente.
36 oficios aprendidos de una vez.
36 cosas hechas al mismo tiempo.
36 luces vistas de repente.
36 deseos realizados en uno solo.
36 religiones reunidas en una fe.
16 marzo 2013
Buda
(extractos)
Todos los estados encuentran su origen en la mente. La mente es su fundamento y son creaciones de la mente. Si uno habla o actúa con un pensamiento puro, entonces la felicidad le sigue como una sombra que jamás le abandona.
El odio nunca se extingue por el odio en este mundo; solamente se apaga a través del amor. Tal es una antigua ley eterna.
Aunque uno recite muy a menudo las escrituras, si es negligente y no actúa en consecuencia, es como el vaquero que cuenta las vacas de los otros. No obtiene los frutos de la Vida Santa.
Aunque uno recite poco las escrituras, si se conduce según la Enseñanza, abandonando el deseo, el odio y la ilusión, provisto con una mente bien liberada y no apegándose a nada ni aquí ni después, obtiene los frutos de la Vida Santa.
No deberíamos considerar los fallos de los demás, ni lo que los otros han hecho o dejado de hacer, sino nuestros propios actos cometidos u omitidos.
"Tengo hijos, tengo riqueza", así contabiliza el necio en su mente. Pero él mismo no se pertenece. ¡Cuánto menos los hijos y la riqueza!
Mientras un mal acto cometido no da su fruto, durante ese tiempo el necio lo cree tan dulce como la miel, pero cuando el mal acto madura, el necio se enfrenta al dolor.
Como una sólida roca no se mueve con el viento, así el sabio permanece imperturbado ante la calumnia y el halago.
Para aquellos cuyo viaje está concluido, libres de dolor, plenamente liberados de todo y que han puesto fin a todas las ataduras, se extinguió el fuego (de las pasiones).
Aquel que controla firmemente sus sentidos, como el auriga sus caballos; aquel que está purificado del orgullo y desprovisto de las pasiones, a ese tal hasta los dioses envidian.
Deliciosos son los bosques donde las personas comunes no encuentran placer. Allí disfrutan los que han quemado sus pasiones. Pues éstos no son buscadores de los placeres sensoriales.
Un solo día de la vida de una persona virtuosa y meditativa vale más que los cien años de la vida de una persona inmoral y descontrolada.
Si permaneces en silencio, como un inservible gong, alcanzarás el Nirvana; hallarás la paz.
Los que riegan, canalizan las aguas. Los fabricantes de flechas, las enderezan. Los carpinteros trabajan la madera. Los virtuosos se autocontrolan.
Uno mismo es su propio refugio. ¡Qué otro refugio podría haber! Habiéndose controlado a uno mismo, se obtiene un refugio difícil de conseguir.
¡Venid, contemplad este mundo adornado como un carro real donde los necios están inmersos! Pero para los sabios no existe ningún apego hacia aquél.
Este mundo está ciego. Solamente unos pocos aquí pueden ver con claridad. Tan solo unos pocos van a un reino divino, como pájaros liberados de las redes.
Mejor que el poder sobre todo lo terreno, mejor que habitar en los cielos, mejor que el dominio sobre los vastos mundos, es el fruto del Vencedor de lo Ilusorio.
Quien conquista la pasión, no vuelve a ser derrotado; ¿qué podría perturbar al Buda omnisciente, libre de cualquier pasión y cuyo camino conduce a él?
Los sabios se adiestran en la meditación y se deleitan en la paz de la renuncia; tales Budas de mente perfecta incluso por los dioses son muy queridos.
Raro es el nacimiento como un ser humano. Difícil es la vida de los mortales. Extraño es escuchar la Sublime Enseñanza. Rara es la aparición de los Budas.
No reprochar, no hacer ningún daño, practicar la moderación según los preceptos fundamentales, ser moderado en la alimentación, residir en la soledad, aplicarse uno mismo a la concentración mental elevada, tal es la enseñanza de los Budas.
Pero aquel que toma refugio en el Buda, la Enseñanza y la Orden y ve con recta comprensión las Cuatro Nobles Verdades; tal es en realidad el refugio seguro; ése es en verdad el refugio supremo. Recurriendo a este refugio, uno se libera de todo sufrimiento.
La salud es la más alta posesión. El contento es el mayor tesoro. Un amigo de confianza es el mejor pariente. Nirvana es la más alta bendición.
Saludable es la visión de los Nobles; su compañía siempre resulta dichosa. No viendo a necios, uno permanecería siempre feliz.
Verdaderamente, quien permanece en compañía de necios se atribula durante mucho tiempo. La asociación con necios es incluso tan penosa como con un enemigo. Feliz es la compañía con un sabio, incluso tanto como el encuentro con un pariente.
Si hallas un hombre inteligente, sabio, con conocimiento, consistente, responsable y noble, con un hombre tal, virtuoso e inteligente, debe uno asociarse, como sigue la luna el sendero de las estrellas.
Uno debe liberarse del odio. Uno debe abandonar el orgullo. Uno debe despojarse de todas las ataduras. El sufrimiento no toma al que controla la mente, el cuerpo y sus pasiones.
No hay fuego como el deseo; no hay atadura como el odio; no hay red como la ilusión; no hay río como la avidez.
Fácil es ver los fallos de los demás, pero los propios fallos son difíciles de ver. Uno aventa, como la paja, los fallos de los demás, pero esconde los propios como el cazador se esconde a sí mismo.
Aun el mínimo deseo del hombre hacia la mujer, si no es aniquilado, atará mucho tiempo su mente, como el becerro a su madre la vaca.
Incluso desde un lugar tan lejano como las montañas del Himalaya, los buenos relucen. Pero los malevolentes, aunque cercanos, son invisibles, como las flechas lanzadas en la noche.
Aquel que se sienta solo, descansa solo, pasea solo, se autocontrola en soledad, hallará dicha en el bosque.
Previamente, esta mente vagaba donde le placía, como a ella se le antojaba. Hoy, con sabiduría, yo la controlaré como el conductor controla el elefante en ruta.
Gozar de la atención pura, vigilad vuestras mentes, salid del fango de las pasiones como lo conseguiría un elefante hundido en el fango.
Si encontráis un amigo inteligente (quien es apropiado) para acompañaros, de buena conducta y prudente, en tal caso vivid con él felizmente y vigilantes, venciendo todos los obstáculos.
Si no encontráis un amigo inteligente para acompañaros, de buena conducta y sagaz, entonces vivid solos como el rey que ha renunciado al país conquistado, o como un elefante que se pasea a voluntad por el bosque.
Es mejor vivir solo; no hay amistad con un necio. Que uno viva solo, evitando todo mal, estando libre de preocupaciones, como un elefante paseándose solo por el bosque.
Los seres humanos atrapados en el deseo sienten el mismo terror que una liebre atrapada en el cepo. Por ello, que abandone el deseo aquel monje que desea el desapego.
Quienquiera que, liberado del deseo, encuentra disfrute en el bosque, pero más adelante es tentado por el deseo y vuelve a casa, tal hombre, ¡contempladlo!, era libre y ha vuelto a la esclavitud.
Aquello que es fuerte no es la atadura hecha de hierro, madera o cuerda, sino el apego a piedras preciosas y adornos, el anhelo de mujer e hijos, tal es la gran atadura.
La atadura es fuerte, dicen los sabios. Pero incluso esta atadura que amarra a los seres [que se afloja, pero tan difícil es de cortar totalmente], los sabios acaban cortándola definitivamente y, abandonando los placeres de los sentidos, libres de anhelos, renuncian.
No por dejarse el pelo trenzado, ni por el linaje, ni por el nacimiento se vuelve uno un noble, sino aquel que es verdadero y recto, puro, ése es un noble.
¿De qué sirve el pelo trenzado, oh necio? ¿De qué sirve tu ropa de antílope? Interiormente estás lleno de pasiones, pero permaneces limpio por fuera.
Quien carece de cólera, pero es firme, virtuoso, libre de avidez, autocontrolado y que éste será su último renacimiento, a ése llamo yo noble.
Aquel que como el agua en la hoja del loto, o como el grano de mostaza en la punta de una aguja, no se agarra a los placeres, a ése llamo yo noble.
Quien no intima con los que tienen hogar ni con los que no lo tienen, que libre vagabundea, sin deseos, a ése llamo yo un noble.
Aquel cuyo destino ni los dioses ni los semidioses, ni tampoco los hombres conocen, que ha destruido todas las impurezas y que ha conseguido la meta, a ése llamo yo noble.
Aquel sabio que conoce sus vidas previas, que percibe el cielo y el infierno, que ha llegado al final de los nacimientos y que ha alcanzado el Conocimiento Supremo y ha completado su labor viviendo la vida santa, a ése llamo yo noble.
Aunque uno recite muy a menudo las escrituras, si es negligente y no actúa en consecuencia, es como el vaquero que cuenta las vacas de los otros. No obtiene los frutos de la Vida Santa.
Aunque uno recite poco las escrituras, si se conduce según la Enseñanza, abandonando el deseo, el odio y la ilusión, provisto con una mente bien liberada y no apegándose a nada ni aquí ni después, obtiene los frutos de la Vida Santa.
No deberíamos considerar los fallos de los demás, ni lo que los otros han hecho o dejado de hacer, sino nuestros propios actos cometidos u omitidos.
"Tengo hijos, tengo riqueza", así contabiliza el necio en su mente. Pero él mismo no se pertenece. ¡Cuánto menos los hijos y la riqueza!
Mientras un mal acto cometido no da su fruto, durante ese tiempo el necio lo cree tan dulce como la miel, pero cuando el mal acto madura, el necio se enfrenta al dolor.
Como una sólida roca no se mueve con el viento, así el sabio permanece imperturbado ante la calumnia y el halago.
Para aquellos cuyo viaje está concluido, libres de dolor, plenamente liberados de todo y que han puesto fin a todas las ataduras, se extinguió el fuego (de las pasiones).
Aquel que controla firmemente sus sentidos, como el auriga sus caballos; aquel que está purificado del orgullo y desprovisto de las pasiones, a ese tal hasta los dioses envidian.
Deliciosos son los bosques donde las personas comunes no encuentran placer. Allí disfrutan los que han quemado sus pasiones. Pues éstos no son buscadores de los placeres sensoriales.
Un solo día de la vida de una persona virtuosa y meditativa vale más que los cien años de la vida de una persona inmoral y descontrolada.
Si permaneces en silencio, como un inservible gong, alcanzarás el Nirvana; hallarás la paz.
Los que riegan, canalizan las aguas. Los fabricantes de flechas, las enderezan. Los carpinteros trabajan la madera. Los virtuosos se autocontrolan.
Uno mismo es su propio refugio. ¡Qué otro refugio podría haber! Habiéndose controlado a uno mismo, se obtiene un refugio difícil de conseguir.
¡Venid, contemplad este mundo adornado como un carro real donde los necios están inmersos! Pero para los sabios no existe ningún apego hacia aquél.
Este mundo está ciego. Solamente unos pocos aquí pueden ver con claridad. Tan solo unos pocos van a un reino divino, como pájaros liberados de las redes.
Mejor que el poder sobre todo lo terreno, mejor que habitar en los cielos, mejor que el dominio sobre los vastos mundos, es el fruto del Vencedor de lo Ilusorio.
Quien conquista la pasión, no vuelve a ser derrotado; ¿qué podría perturbar al Buda omnisciente, libre de cualquier pasión y cuyo camino conduce a él?
Los sabios se adiestran en la meditación y se deleitan en la paz de la renuncia; tales Budas de mente perfecta incluso por los dioses son muy queridos.
Raro es el nacimiento como un ser humano. Difícil es la vida de los mortales. Extraño es escuchar la Sublime Enseñanza. Rara es la aparición de los Budas.
No reprochar, no hacer ningún daño, practicar la moderación según los preceptos fundamentales, ser moderado en la alimentación, residir en la soledad, aplicarse uno mismo a la concentración mental elevada, tal es la enseñanza de los Budas.
Pero aquel que toma refugio en el Buda, la Enseñanza y la Orden y ve con recta comprensión las Cuatro Nobles Verdades; tal es en realidad el refugio seguro; ése es en verdad el refugio supremo. Recurriendo a este refugio, uno se libera de todo sufrimiento.
La salud es la más alta posesión. El contento es el mayor tesoro. Un amigo de confianza es el mejor pariente. Nirvana es la más alta bendición.
Saludable es la visión de los Nobles; su compañía siempre resulta dichosa. No viendo a necios, uno permanecería siempre feliz.
Verdaderamente, quien permanece en compañía de necios se atribula durante mucho tiempo. La asociación con necios es incluso tan penosa como con un enemigo. Feliz es la compañía con un sabio, incluso tanto como el encuentro con un pariente.
Si hallas un hombre inteligente, sabio, con conocimiento, consistente, responsable y noble, con un hombre tal, virtuoso e inteligente, debe uno asociarse, como sigue la luna el sendero de las estrellas.
Uno debe liberarse del odio. Uno debe abandonar el orgullo. Uno debe despojarse de todas las ataduras. El sufrimiento no toma al que controla la mente, el cuerpo y sus pasiones.
No hay fuego como el deseo; no hay atadura como el odio; no hay red como la ilusión; no hay río como la avidez.
Fácil es ver los fallos de los demás, pero los propios fallos son difíciles de ver. Uno aventa, como la paja, los fallos de los demás, pero esconde los propios como el cazador se esconde a sí mismo.
Aun el mínimo deseo del hombre hacia la mujer, si no es aniquilado, atará mucho tiempo su mente, como el becerro a su madre la vaca.
Incluso desde un lugar tan lejano como las montañas del Himalaya, los buenos relucen. Pero los malevolentes, aunque cercanos, son invisibles, como las flechas lanzadas en la noche.
Aquel que se sienta solo, descansa solo, pasea solo, se autocontrola en soledad, hallará dicha en el bosque.
Previamente, esta mente vagaba donde le placía, como a ella se le antojaba. Hoy, con sabiduría, yo la controlaré como el conductor controla el elefante en ruta.
Gozar de la atención pura, vigilad vuestras mentes, salid del fango de las pasiones como lo conseguiría un elefante hundido en el fango.
Si encontráis un amigo inteligente (quien es apropiado) para acompañaros, de buena conducta y prudente, en tal caso vivid con él felizmente y vigilantes, venciendo todos los obstáculos.
Si no encontráis un amigo inteligente para acompañaros, de buena conducta y sagaz, entonces vivid solos como el rey que ha renunciado al país conquistado, o como un elefante que se pasea a voluntad por el bosque.
Es mejor vivir solo; no hay amistad con un necio. Que uno viva solo, evitando todo mal, estando libre de preocupaciones, como un elefante paseándose solo por el bosque.
Los seres humanos atrapados en el deseo sienten el mismo terror que una liebre atrapada en el cepo. Por ello, que abandone el deseo aquel monje que desea el desapego.
Quienquiera que, liberado del deseo, encuentra disfrute en el bosque, pero más adelante es tentado por el deseo y vuelve a casa, tal hombre, ¡contempladlo!, era libre y ha vuelto a la esclavitud.
Aquello que es fuerte no es la atadura hecha de hierro, madera o cuerda, sino el apego a piedras preciosas y adornos, el anhelo de mujer e hijos, tal es la gran atadura.
La atadura es fuerte, dicen los sabios. Pero incluso esta atadura que amarra a los seres [que se afloja, pero tan difícil es de cortar totalmente], los sabios acaban cortándola definitivamente y, abandonando los placeres de los sentidos, libres de anhelos, renuncian.
No por dejarse el pelo trenzado, ni por el linaje, ni por el nacimiento se vuelve uno un noble, sino aquel que es verdadero y recto, puro, ése es un noble.
¿De qué sirve el pelo trenzado, oh necio? ¿De qué sirve tu ropa de antílope? Interiormente estás lleno de pasiones, pero permaneces limpio por fuera.
Quien carece de cólera, pero es firme, virtuoso, libre de avidez, autocontrolado y que éste será su último renacimiento, a ése llamo yo noble.
Aquel que como el agua en la hoja del loto, o como el grano de mostaza en la punta de una aguja, no se agarra a los placeres, a ése llamo yo noble.
Quien no intima con los que tienen hogar ni con los que no lo tienen, que libre vagabundea, sin deseos, a ése llamo yo un noble.
Aquel cuyo destino ni los dioses ni los semidioses, ni tampoco los hombres conocen, que ha destruido todas las impurezas y que ha conseguido la meta, a ése llamo yo noble.
Aquel sabio que conoce sus vidas previas, que percibe el cielo y el infierno, que ha llegado al final de los nacimientos y que ha alcanzado el Conocimiento Supremo y ha completado su labor viviendo la vida santa, a ése llamo yo noble.