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Las fábulas egipcias y griegas (1 de 8)

DESVELADAS Y REDUCIDAS A UN MISMO PRINCIPIO, CON UNA EXPLICACIÓN DE LOS JEROGLÍFICOS Y DE LA GUERRA DE TROYA   Dom Antoíne-Joseph Pern...

Versículo al azar

El Mensaje Reencontrado

Libro XXVIII

NI REVÉTUEEL BARRO

27. Si nos preguntan qué es el Libro, respondamos: una piedra sobre la cual se apoyan firmemente los creyentes y un manantial del cual extraen agua sin cesar.

27'. 36 opiniones conocidas simultáneamente.
36 oficios aprendidos de una vez.
36 cosas hechas al mismo tiempo.
36 luces vistas de repente.
36 deseos realizados en uno solo.
36 religiones reunidas en una fe.
31 diciembre 2013

Cuentos de Nasrudín

Esta historia comienza cuando Nasrudín llega a un pequeño pueblo en algún lugar lejano de Medio Oriente.

Era la primera vez que estaba en ese pueblo y una multitud se había reunido en un auditorio para escucharlo. Nasrudín, que en verdad no sabia que decir, porque él sabía que nada sabía, se propuso improvisar algo y así intentar salir del atolladero en el que se encontraba.

Entró muy seguro y se paró frente a la gente. Abrió las manos y dijo:

—Supongo que si ustedes están aquí, ya sabrán que es lo que yo tengo para decirles.

La gente dijo:

—No... ¿Qué es lo que tienes para decirnos? No lo sabemos ¡Háblanos! ¡Queremos escucharte!

Nasrudín contestó:

—Si ustedes vinieron hasta aquí sin saber que es lo que yo vengo a decirles, entonces no están preparados para escucharlo.

Dicho esto, se levantó y se fue.

La gente se quedó sorprendida. Todos habían venido esa mañana para escucharlo y el hombre se iba simplemente diciéndoles eso. Habría sido un fracaso total si no fuera porque uno de los presentes —nunca falta uno— mientras Nasrudín se alejaba, dijo en voz alta:

—¡Qué inteligente!

Y como siempre sucede, cuando uno no entiende nada y otro dice "¡qué inteligente!", para no sentirse un idiota uno repite: "¡si, claro, qué inteligente!". Y entonces, todos empezaron a repetir:

—¡Qué inteligente!
—¡Qué inteligente!

Hasta que uno añadió:

—Si, qué inteligente, pero... ¡qué breve!

Y otro agrego:

—Tiene la brevedad y la síntesis de los sabios. Porque tiene razón. ¿Cómo nosotros vamos a venir acá sin siquiera saber qué venimos a escuchar? ¡Qué estúpidos que hemos sido! Hemos perdido una oportunidad maravillosa. ¡Qué iluminación, qué sabiduría! Vamos a pedirle a este hombre que dé una segunda conferencia.

Entonces fueron a ver a Nasrudín. La gente había quedado tan asombrada con lo que había pasado en la primera reunión, que algunos habían empezado a decir que el conocimiento de Él era demasiado para reunirlo en una sola conferencia.

Nasrudín dijo:

—No, es justo al revés, están equivocados. Mi conocimiento apenas alcanza para una conferencia. Jamás podría dar dos.

La gente dijo:

—¡Qué humilde!

Y cuanto más Nasrudín insistía en que no tenía nada para decir, con mayor razón la gente insistía en que querían escucharlo una vez más. Finalmente, después de mucho empeño, Nasrudín accedió a dar una segunda conferencia.

Al día siguiente, el supuesto iluminado regresó al lugar de reunión, donde había más gente aún, pues todos sabían del éxito de la conferencia anterior. Nasrudín se paró frente al público e insistió con su técnica:

—Supongo que ustedes ya sabrán que he venido a decirles.

La gente estaba avisada para cuidarse de no ofender al maestro con la infantil respuesta de la anterior conferencia; así que todos dijeron:

—Si, claro, por supuesto lo sabemos. Por eso hemos venido.

Nasrudín bajó la cabeza y entonces añadió:

—Bueno, si todos ya saben qué es lo que vengo a decirles, yo no veo la necesidad de repetir.

Se levantó y se volvió a ir.

La gente se quedó estupefacta; porque aunque ahora habían dicho otra cosa, el resultado había sido exactamente el mismo. Hasta que alguien, otro alguien, gritó:

—¡Brillante!

Y cuando todos oyeron que alguien había dicho "¡brillante!", el resto comenzó a decir:

—¡Si, claro, este es el complemento de la sabiduría de la conferencia de ayer!

—¡Qué maravilloso!
—¡Qué espectacular!
—¡Qué sensacional, qué bárbaro!

Hasta que alguien dijo:

—Si, pero... mucha brevedad.
—Es cierto— se quejó otro
—Capacidad de síntesis— justificó un tercero.

Y en seguida se oyó:

—Queremos más, queremos escucharlo más. ¡Queremos que este hombre nos de más de su sabiduría!

Entonces, una delegación de los notables fue a ver a Nasrudín para pedirle que diera una tercera y definitiva conferencia. Nasrudín dijo que no, que de ninguna manera; que él no tenía conocimientos para dar tres conferencias y que, además, ya tenía que regresar a su ciudad de origen.

La gente le imploró, le suplicó, le pidió una y otra vez; por sus ancestros, por su progenie, por todos los santos, por lo que fuera. Aquella persistencia lo persuadió y, finalmente, Nasrudín aceptó temblando dar la tercera y definitiva conferencia.

Por tercera vez se paró frente al publico, que ya eran multitudes, y les dijo:

—Supongo que ustedes ya sabrán de qué les voy a hablar.

Esta vez, la gente se había puesto de acuerdo: sólo el intendente del poblado contestaría. El hombre de primera fila dijo:

—Algunos sí y otros no.

En ese momento, un largo silencio estremeció al auditorio. Todos, incluso los jóvenes, siguieron a Nasrudín con la mirada.

Entonces el maestro respondió:

—En ese caso, los que saben... cuéntenles a los que no saben.

Se levantó y se fue.
IV: 21. El Sabio enseña al mundo en el reposo y el silencio. [...]

XII: 15. La sabiduría del Sabio es como una ignorancia que se conoce y calla.

IX: 43-43'. El verdadero conocimiento va acompañado de modestia y silencio.
Aceptemos parecer idiotas, pobres e inútiles a fin de permanecer libres en Dios.

El Mensaje Reencontrado

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25 diciembre 2013

El Mensaje Reencontrado

NUIT REVEE — EL MANANTIAL

(extractos)

Nuestra gloria es dejar a Dios operar en nosotros sin trabas.
«El intelecto es la espada llameante y giratoria que nos prohíbe la entrada del jardín de Edén.»
El amor santo es como un vaivén que religa entre ellas, y a su manantial divino, las criaturas extraviadas en la muerte.

El Libro enseña a salir de la muerte y a reposar en la vida, pero ¿cuántos de entre los creyentes se apasionan por este misterio?

La coacción es algo totalmente ajeno a Dios y al Sabio, pues habitan la libertad donde no hay oscuridad ni muerte.
Los mediocres se corromperán en la muerte hasta que se abran en el abandono de la gracia y en la generosidad del amor.

Gobernemos una vez nuestra agitación y disfrutaremos de la vida en medio mismo de la muerte del mundo.
Conservemos el desapego y el júbilo de la santidad y todo se nos volverá fácil y sencillo.

La gran purificación es amar, contemplar, conocer, poseer y reposar.

Consideremos la paz interior y permanezcamos lo más posible ausentes de este mundo.

Dios hace mover los mundos atrayendo lo que es luminoso y rechazando lo que es oscuro.
El sol fecunda la vida que asciende y que desciende. Es como el centro de cada mundo, ya sea infinitamente grande, ya sea infinitamente pequeño.

Aprovechemos el más pequeño respiro que nos conceda el mundo para conversar con aquel que está siempre atento dentro de nosotros mismos.

Quien cree llegar hasta Dios sin conocer al hombre y la naturaleza es más ignorante que una lombriz.
Todo lo que cae del cielo se acumula en nuestras almas hasta que la luz nos libere de la muerte.

La mediocridad es no dar ni recibir libremente; es no amar ni aumentar; es no tener generosidad ni don; es odiar la grandeza, la belleza, el genio, la santidad y la pureza; es estar separado de la gracia y privado del amor; es pensar y actuar vilmente; es ser débil y cobarde en todas las circunstancias de la vida oculta; es oprimir lo de dentro y ser aplastado por lo de fuera.
Desenmascárate, despójate, y la Madre se te aparecerá sin velo; pero cuida que nadie añada o sustraiga, so pena de turbar la verdad que te ilumina y te anima.
«Si pudiéramos ver el mundo al descubierto, estaríamos petrificados por la sorpresa y aplastados por la vergüenza de nuestro exilio voluntario, pues Dios es la conciencia de la vida, y la vida es el cuerpo de Dios.»

Se puede ser mediocre, no hay que vanagloriarse por ello.
Todo lo que realizamos con amor está exento de aburrimiento.

No hay reposo sin conocimiento.
No hay conocimiento sin amor.
No hay amor sin la gracia.
No hay gracia sin abandono.
El que fecunda reside en el sol.
La que alimenta permanece en la tierra.
La que libera se mueve en el cielo.
El que unifica reposa en el corazón.

La luz primera fue sacada del caos por Dios y quintaesenciada en Adán.
Este no hizo más que volver a mezclar esta luz sublime con las tinieblas exteriores del no ser; por curiosidad, presunción, vanidad y desobediencia.
La unión del agua y de la tierra hace aparecer la pureza de la vestidura luminosa del Señor, y el fuego manifiesta la virtud secreta del tesoro de Dios.

El nuevo Adán, verdadero Hijo de Dios que vino, viene y vendrá, separa de nuevo la luz de las tinieblas por humildad, amor y obediencia a la ley del Único.
La mujer y el hombre interiores son los que tenemos que hacer emerger del caos mediante el auxilio divino de la gracia que abre y del amor que fecunda.

Nos corresponde a cada uno suscitar a Dios en nosotros mismos con nuestra fe particular, ya sea paciente, suave, intrépida, voluntariosa o, incluso, violenta; pero siempre animada por el fuego del amor.
El santo que reza para conocer a su Señor se abstiene de imaginar el lugar, el momento y la disposición del encuentro a fin de no obstaculizar la unión misteriosa del Único.

Dios puede permanecer sordo a toda clase de plegarias, pero no podría resistir mucho tiempo a la generosidad del amor.
La intención profunda determina los medios de la realización, ya sea para bien o para mal.

No esperemos a quedar aturdidos por la desgracia para volvernos hacia Dios.
Cuando una tentación se vuelve demasiado violenta, ofrezcámosla a Dios, que lo hace todo soportable.

Allí donde no existe la tentación, no hay combate, ni derrota, ni victoria, sino más bien reposo para los elegidos, estancamiento para los mediocres y muerte para los rebeldes.
Utilicemos modestamente los bienes de este mundo a fin de no privarnos de lo necesario, por una parte; y a fin de no ser excluidos de la sobreabundancia de Dios, por otra.

Quien no tiene la paciencia del agua, la constancia de la tierra, la sutileza del aire y la pureza del fuego, que separan y unen, no entrará en la gloria del Señor.

Lo propio del santo es prestarse a los hombres y darse a Dios.
El estudio de la creación no podría prescindir del amor del creador.

El pasado es como el tiempo de la locura.
El presente es como el tiempo de la ignorancia.
El futuro es como el tiempo de la ilusión.
Solamente la vida en Dios es como la sabiduría eterna.
Liguémonos desde ahora a Dios, a fin de que cuando llegue la desgracia pase sobre nosotros como el agua resbala sobre las plumas del pato.
«¡Oh, verdad brillante que borra toda mácula de muerte!»

Debemos reconocernos en todos los que sufren y carecen de socorro, y ofrecerles el fuego necesario para la purificación y el agua indispensable para la unión.
El loco mata y dispersa lo que vive.
El Sabio vivifica y concentra lo que parece muerto.
«Una sola sustancia, una sola esencia.Un solo alimento, una sola bebida.»

¡La vía tortuosa es cansada y la vía recta es tan cómoda!.
«La sabiduría no violenta nada, sin embargo, descubre todas las cosas.»

Oremos primero con humildad y perseverancia en las tinieblas de la fe.
Después, alabaremos con abandono y agradecimiento en la luz del amor.
Finalmente, adoraremos con superación e integración en la unidad del conocimiento.
Quien se rebela ante la debilidad y el extravío de los hombres debe esforzarse en la santidad a fin de borrar en él lo que tanto le desagrada en los demás.
«Cuando nuestro sueño sea como nuestra vigilia y nuestra vigilia como la ausencia del mundo y como la presencia de Dios, la unidad será realizada en nosotros.»

Estar ausente no es embriagarse groseramente, es permanecer vacío de deseos para que Dios pueda visitarnos libremente.
LA GRACIA que abre.

Aceptar no es tumbarse y esperar, es hacer bien lo que se debe y no considerar el resultado.
EL AMOR que hace germinar.

Estar desapegado no es volverse insensible a la creación, es dejar venir e irse todo sin coacción.
LA PUREZA que ilumina.
Hay tres soluciones posibles para los hombres aquí abajo: contar únicamente con uno mismo, como hacen los ignorantes extraviados en la noche del mundo.
Contar con uno mismo y con Dios, como hacen los creyentes que han oído hablar de la luz del comienzo.

Olvidarse de uno mismo no es excluirse del mundo y de la humanidad, es fundirse en ellos hasta poder amarlo todo y no juzgar nada.
EL SABER que une.
Contar sólo con Dios, como hacen los Sabios y los santos que conocen o se acercan al origen y al fin de todas las cosas.

Reposar no es permanecer en la muerte, es vivir en Dios y no inmiscuirse en la marcha del mundo ni en los asuntos de los hombres.
LA PAZ que equilibra.

Después de haberse perdido en Dios, la mayor alegría consiste en reencontrarse en él.
«¿Quién se presentará puro y entero ante el Señor a fin de ser hecho uno con el Único?»
LA GRATUIDAD que perpetúa.


Libro XI Apertura
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18 diciembre 2013

Cuento de la tradición sufí

El mundo es una prisión y nosotros somos los prisioneros: ¡haz un boquete en el muro de la prisión y sal de ella!

Jalal al-Din Rumi (Masnavi I, 982)

Imagínate a un hombre que tiene que rescatar a gente de cierta prisión. Se ha decidido que sólo hay un modo plausible de llevar esto a cabo.

El libertador tiene que entrar en la prisión sin atraer la atención. Debe permanecer allí relativamente libre para actuar durante cierto período. La solución escogida es que entrará como convicto.

Por consiguiente, hace los preparativos, oportunos para que le capturen y le sentencien. Como otros que han caído víctimas de este sistema, se le envía a la prisión que es su meta.

Cuando llega, sabe que se le ha despojado de cualquier posible dispositivo que le pudiese haber ayudado en una escapada. Todo lo que posee es su plan, su ingenio, su habilidad y su conocimiento. Por lo demás, tiene que arreglárselas con equipo improvisado, adquirido en la propia prisión.

El mayor problema es que los prisioneros sufren de psicosis carcelaria. Esto les hace pensar que su prisión es el mundo entero. Otra característica es el olvido de partes esenciales de su pasado. Por consiguiente, casi no poseen memoria alguna de la existencia, perfil y detalle del mundo exterior.

La historia de los compañeros de prisión de este hombre es una historia carcelaria. Sus vidas son vidas carcelarias. Piensan y actúan en base a ello.

Por ejemplo, en vez de acumular pan como provisión para la huida, lo moldean y hacen dominós con los cuales juegan. Saben que alguno de estos juegos son diversiones, pero otros los consideran reales. A las ratas, que podían entrenar como medio de comunicación con el exterior, las tratan como animales domésticos. Beben el líquido de limpieza que contiene alcohol, el cual les produce alucinaciones placenteras. Considerarían una triste pérdida, incluso un crimen, si alguien lo usase para drogar y dejar inconscientes a los guardianes, haciendo posible la huida.

El problema se agrava, ya que los desdichados han olvidado el significado de algunas de las palabras normales que hemos estado usando. Si les pides una definición para palabras tales como "provisiones", "viaje", "huida", obtendrías una lista de significaciones como "rancho carcelario", "caminar de un bloque de celdas a otro", y "evitar el castigo por parte de los guardianes".

"El mundo exterior" sonaría a sus oídos como una extraña contradicción: "Ya que éste es el mundo, este lugar donde vivimos —dirían—, ¿cómo puede haber otro fuera?".

El hombre que está trabajando en el plan de rescate, al principio, sólo puede actuar mediante analogía.

Hay pocos prisioneros que acepten sus analogías, ya que a ellos les parecen locos balbuceos. Cuando dice "necesitamos provisiones para nuestro viaje de huida al mundo exterior", por supuesto, a ellos les suena como el absurdo siguiente: "Necesitamos provisiones —alimentos para usar en la prisión— para nuestro viaje —trasladarnos de un bloque de celdas a otro— de huida —evitar el castigo de los guardianes— al mundo exterior —a la prisión exterior..."

Algunos de los prisioneros de mente más seria puede que digan que quieren entender el significado de sus palabras, pero ya han olvidado el lenguaje del mundo exterior.

Cuando este hombre muere, algunos de los prisioneros hacen de sus palabras y actos un culto carcelario. Lo utilizan para consolarse a sí mismos y para encontrar argumentos contra el siguiente libertador que se las ingenie para llegar hasta ellos.

Sin embargo, una minoría, de vez en cuando, escapa.

[...] De entre todos estos inteligentes que nos describen el mundo donde estamos prisioneros, ¿quién es el que sale y nos libera de él?

El Mensaje Reencontrado III: 71'

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08 diciembre 2013

Ibn Asim de Granada (S. XIV)
Cuentos de Nasrudín

Un rey musulmán, noticioso de que su vecino el emperador de Bizancio quería invadirle el reino, decidió enviarle un mensajero que solicitara la paz. Para la elección del portador de la embajada consultó a sus visires y dignatarios más ilustres, pero mientras que los distintos consejeros le designaban ya a uno ya a otro de los más nobles y famosos caballeros de la corte, uno de ellos guardó silencio. El rey se dirigió entonces a él y le dijo:

—¿Por qué callas?

—Porque no creo que debas enviar a ninguno de los que te han aconsejado —respondió.

El monarca interrogó de nuevo:

—¿Pues a quién crees que debemos enviar?

—A fulano —y mencionó a un hombre oscuro, sin nobleza ni elocuencia.

El rey, colérico en extremo, le gritó:

—¿Pretendes burlarte de mí en un asunto de tanta importancia?

El consejero respondió:

—¡Alah me guarde de ello, mi señor! Tú lo que deseas es enviar a una persona que alcance éxito en la embajada y por esto, yo, después de haber reflexionado mucho, creo que sólo éste que te he nombrado lograría lo que deseas, pues es un hombre de muy buena estrella y todos los asuntos que le encomendaste los solucionó con éxito y sin necesidad de elocuencia, ni nobleza, ni valor.

El rey, convencido, dijo:

—Dices verdad —y encargó a aquel hombre oscuro la alta misión y le envió a Bizancio.

Enterado el Emperador cristiano de que venía hacia él un embajador, dijo a sus dignatarios:

—Sin duda este embajador que viene a verme será el más ilustre y grande de todos los musulmanes. Sabed que cuando venga le haré entrar a mi presencia antes de aposentarle y le dirigiré varias preguntas; si me contesta sabiamente, le aposentaré y asentiré a sus peticiones; pero si no me comprende, le expulsaré sin solucionar su embajada.

Cuando llegó el mensajero, fue llevado a presencia del Emperador, y una vez que cambiaron los saludos, señaló el Emperador con un solo dedo hacia el cielo; y el musulmán señaló hacia el cielo y la tierra. Indicó entonces el cristiano con su dedo en dirección a la cara del musulmán; y éste señaló con dos dedos hacia el rostro del Emperador. Por último, el cristiano le mostró una aceituna y el embajador le enseñó un huevo. Después de esto el Emperador se sintió satisfecho y solucionó el asunto a satisfacción del musulmán, tras haberle colmado de honores.

Preguntaron sus dignatarios al Emperador:

—¿Qué le dijiste y por qué accediste a sus peticiones?

Y él respondió:

—¡No vi jamás un hombre tan entendido y agudo como él!: yo le señalé el cielo diciéndole: «Alah es uno en los cielos»; y él me señaló hacia el cielo y la tierra, diciéndome: «Pero Él está en los cielos y en la tierra». Después señalé hacia él con un dedo, diciéndole: «Todos los hombres que ves tienen un origen único»; y él me señaló con dos dedos para decirme: «Su origen es doble: descienden de Adán y Eva». Luego le mostré una aceituna, diciéndole: «Contempla la admirable naturaleza de esto»; y él me tendió un huevo como diciendo: «La naturaleza de éste es más admirable, pues de él sale un animal». Y por esto le solucioné el asunto.

Habiendo preguntado al musulmán de buena estrella qué le dijo el Emperador durante su entrevista, dijo:

—¡Por Alah! ¡No vi jamás un hombre tan tardo ni tan ignorante como aquel cristiano! Al momento de mi llegada me dijo: «Con un solo dedo, te levanto así»; y le repliqué: «Yo te levanto con un dedo y te tiro contra tierra, así». Entonces me dijo: «Te sacaré un ojo con este dedo, así»; y le respondí: «Yo te sacaré dos con mis dedos, así». Y tras esto dijo: «Solo podría darte esta aceituna, que es lo único que me quedó de mi comida». Yo le contesté: «¡Oh desgraciado! Estoy mejor que tú, pues aún me queda un huevo después de mi comida». Se asustó de mí, y solucionó rápidamente mi asunto.
[...] el humor del Perfecto se complace en realizar grandes cosas con instrumentos irrisorios.

El Mensaje Reencontrado

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01 diciembre 2013
3. La Dificultad Inicial
CHUN (屯)

I Ching (易經 - 易经)


35. El Progreso
CHIN (晉)

I Ching (易經 - 易经)

24. ¡Ah, Señor!, me hundo. 24'. ¡Oh, Señor!, emerjo.
25. Tú empiezas. 25'. Y tú acabas.
26. Es una gran oscuridad. 26'. Y es una gran luz.
27. Yo estaba muerto. 27'. Y yo vivo.
28. Llorad, agonizantes del mundo. 28'. ¡Y después alegraos!
29. Porque la gracia todavía está oculta. 29'. Pero el amor ya ilumina toda la tierra.
30. Aplaudamos, bailemos y riamos ante el Señor Dios que nos ve. 30'. Pues la muerte ha sido engullida por la vida, y el inmundo ha vuelto a la nada.
31. ¡Vamos!, despertemos y escuchemos lo que se nos dice. 31'. Lloremos de alegría por la victoria de Dios que borra nuestra mancha mortal.
32. Aquí, un gran silencio, como la frontera secreta del reino prometido. 32'. Y luego, el canto de los ángeles que nunca se acaba.
33. Es mucha agua... 33'. Y es un poco de tierra.
34. El diluvio de la gracia... 34'. Prepara la cosecha celeste...
34". Festejada en el eterno banquete.

El Mensaje Reencontrado XXXVIII

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