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Versículo al azar
El Mensaje Reencontrado
Libro XXVIII
NI REVÉTUE — EL BARRO
27. Si nos preguntan qué es el Libro, respondamos: una piedra sobre la cual se apoyan firmemente los creyentes y un manantial del cual extraen agua sin cesar.
27'. 36 opiniones conocidas simultáneamente.
36 oficios aprendidos de una vez.
36 cosas hechas al mismo tiempo.
36 luces vistas de repente.
36 deseos realizados en uno solo.
36 religiones reunidas en una fe.
08 agosto 2014
(Extractos con notas de El Mensaje Reencontrado)
Segunda operación
De la albación (albificación)
Te digo que debes hacer esto tantas veces como sea necesario, para que sólo quede el "marc" [poso, residuo]. En esta destilación no existe tiempo determinado, sino que se hace según la cantidad de agua, grande o pequeña, observando siempre la cantidad del fuego.
¡Oh, cenizas humildes de la mortificación!
¡Oh, agua viva de la bendición!
¡Oh, pura sal del bautismo!
¡Oh, santo aceite de la resurrección!
XX: 43"
Luego tomarás la tierra que habrás reservado en su vaso de cristal con su agua destilada y así, con fuego suave y lento, como era el de la destilación o purificación, o bien un poco más fuerte, continuarás hasta que la tierra esté blanca y seca, y secándose haya bebido toda su agua. Realizado esto, le echarás de esa agua y continuarás tu decocción como al principio, hasta que esta tierra sea blanca, mondada y completamente clara y haya absorbido toda su agua.
Recuerda que dicha tierra será así lavada de su negrura por su decocción, como ya he dicho; para que fácilmente se purifique con su agua y se monde, pues es el final del magisterio.
Entonces, guardarás diligentemente esa tierra blanca ya que es el Mercurio blanco, la magnesia blanca, la tierra hojaldrada.
La tierra pura separada de su muerte.
La luna blanca salida de su sombra.
[...]
II: 59'
Después, tomarás esta tierra blanca rectificada de ese modo, y la pondrás en su vaso, sobre las cenizas al fuego de sublimación, y a la cual darás fuego intenso hasta que toda el agua coagulada que está dentro, pase al Alambique y que la tierra permanezca bien calcinada en el fondo. Entonces tendrás la tierra, el agua y el aire.
Aunque la tierra contenga en sí la naturaleza del fuego, sin embargo no es todavía aparente, como verás: cuando por una mayor decocción la hagas volver roja, verás entonces manifiestamente el fuego en apariencia.
[...] El sol rojo lavado de sus manchas.
II: 59'
Así se debe proceder a la Fermentación de la tierra blanca, a fin de que el cuerpo muerto se anime y sea vivificado y su virtud se multiplique al infinito.
Pero considera que el Fermento no puede entrar en el cuerpo muerto, más que por medio del agua que ha realizado la boda y conjunción entre el Fermento y la tierra blanca.
Debes saber que en todo Fermento hay que observar el peso, a fin de que la cantidad de volátil no sobrepase al fijo, y que las bodas no se vayan en humo. Pues Senior, dice: "Si no conviertes la tierra en agua y el agua en fuego, el espíritu y el cuerpo de ningún modo se conjuntarán".
El verdadero Sabio es el que ve las dos caras de Dios y contempla lo que está oculto adentro. Porque en la unión de los contrarios es donde aparece la verdad del Único.
XIV: 31
Para realizar esto, toma una lámina al rojo vivo y ponle encima una gota de nuestra medicina, penetrará y se coloreará con perfecto color y será digno de perfección. Si ocurriera que no tiñese, reitera la disolución y la coagulación hasta que sea tingente y penetrante. No olvides que como máximo siete imbibiciones son suficientes y como mínimo cinco, para que la materia se licúe, y esto sin humo; entonces la materia al blanco estará realizada. Puesto que la materia se fija algunas veces en mayor tiempo y otras en menos, de acuerdo con la cantidad de medicina.
Debes saber que nuestra Medicina, desde la creación de nuestro Mercurio, precisa de siete meses hasta alcanzar la blancura y cinco hasta el rojo, lo cual suma en total doce.
Si queremos llegar hasta el Padre y recibir la herencia prometida, primero hemos de dejar de ser huérfanos en las tinieblas de la muerte y, en segundo lugar, nos hemos de fijar en la Madre santa donde el amor nos madurará.
XI: 31
Fuente del texto (excepto notas comparativas): revista La Puerta - Sufismo
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