Entrada destacada

Las fábulas egipcias y griegas (1 de 8)

DESVELADAS Y REDUCIDAS A UN MISMO PRINCIPIO, CON UNA EXPLICACIÓN DE LOS JEROGLÍFICOS Y DE LA GUERRA DE TROYA   Dom Antoíne-Joseph Pern...

Versículo al azar

El Mensaje Reencontrado

Libro XXVIII

NI REVÉTUEEL BARRO

27. Si nos preguntan qué es el Libro, respondamos: una piedra sobre la cual se apoyan firmemente los creyentes y un manantial del cual extraen agua sin cesar.

27'. 36 opiniones conocidas simultáneamente.
36 oficios aprendidos de una vez.
36 cosas hechas al mismo tiempo.
36 luces vistas de repente.
36 deseos realizados en uno solo.
36 religiones reunidas en una fe.
29 marzo 2015
Los Versos Dorados de Pitágoras son una colección de exhortaciones morales. Comprenden 71 líneas escritas en hexámetro dactílico y son tradicionalmente atribuidos a Pitágoras. Aunque representan una síntesis de las enseñanzas dadas por este sabio, se cree que el autor fue un discípulo de éste llamado Lysis.

Pitágoras


Honra, en primer lugar,
y venera a los dioses inmortales,
a cada uno de acuerdo a su rango.
Respeta luego el juramento,
y reverencia a los héroes ilustres,
y también a los genios subterráneos:
cumplirás así lo que las leyes mandan.
Honra luego a tus padres
y a tus parientes de sangre.
Y de los demás, hazte amigo
del que descuella en virtud.


Cede a las palabras gentiles
y no te opongas a los actos provechosos.
No guardes rencor
al amigo por una falta leve.


Estas cosas hazlas
en la medida de tus fuerzas,
pues lo posible se encuentra
junto a lo necesario.


Compenétrate en cumplir
estos preceptos,
pero atente a dominar
ante todo las necesidades
de tu estómago y de tu sueño,
después los arranques
de tus apetitos y de tu ira.


No cometas nunca
una acción vergonzosa,
Ni con nadie, ni a solas:
Por encima de todo,
respétate a ti mismo.


Seguidamente ejércete
en practicar la justicia,
en palabras y en obras,
Aprende a no comportarte
sin razón jamás.


Y sabiendo que morir
es la ley fatal para todos,
que las riquezas,
unas veces te plazca ganarlas
y otras te plazca perderlas.


De los sufrimientos que caben
a los mortales por divino designio,
la parte que a ti corresponde,
sopórtala sin indignación;
pero es legítimo que le busques remedio
en la medida de tus fuerzas;
porque no son tantas las desgracias
que caen sobre los hombres buenos.


Muchas son las voces,
unas indignas, otras nobles,
que vienen a herir el oído:
Que no te turben ni tampoco
te vuelvas para no oírlas.
Cuando oigas una mentira,
sopórtalo con calma.


Pero lo que ahora voy a decirte
es preciso que lo cumplas siempre:
Que nadie, por sus dichos o por sus actos,
te conmueva para que hagas o digas
nada que no sea lo mejor para ti.


Reflexiona antes de obrar
para no cometer tonterías:
Obrar y hablar sin discernimiento
es de pobres gentes.
Tú en cambio siempre harás
lo que no pueda dañarte.


No entres en asuntos que ignoras,
mas aprende lo que es necesario:
tal es la norma de una vida agradable.


Tampoco descuides tu salud,
ten moderación en el comer o el beber,
y en la ejercitación del cuerpo.
Por moderación entiendo
lo que no te haga daño.
Acostúmbrate a una vida sana sin molicie,
y guárdate de lo que pueda atraer la envidia.


No seas disipado en tus gastos
como hacen los que ignoran
lo que es honradez,
pero no por ello
dejes de ser generoso:
nada hay mejor
que la mesura en todas las cosas.


Haz pues lo que no te dañe,
y reflexiona antes de actuar.
Y no dejes que el dulce sueño
se apodere de tus lánguidos ojos
sin antes haber repasado
lo que has hecho en el día:
"¿En qué he fallado? ¿Qué he hecho?
¿Qué deber he dejado de cumplir?"
Comienza del comienzo
y recórrelo todo,
y repróchate los errores
y alégrente los aciertos.


Esto es lo que hay que hacer.
Estas cosas que hay
que empeñarse en practicar,
Estas cosas hay que amar.
Por ellas ingresarás
en la divina senda de la perfección.
¡Por quien trasmitió a nuestro
entendimiento la Tetratkis
la fuente de la perenne naturaleza.


¡Adelante pues!
ponte al trabajo,
no sin antes rogar
a los dioses que lo conduzcan
a la perfección.
Si observares estas cosas
conocerás el orden
que reina entre los dioses inmortales
y los hombres mortales,
en qué se separan las cosas
y en qué se unen.


Y sabrás, como es justo
que la naturaleza es una
y la misma en todas partes,
para que no esperes
lo que no hay que esperar,
ni nada quede oculto a tus ojos.


Conocerás a los hombres,
víctimas de los males
que ellos mismos se imponen,
ciegos a los bienes
que les rodean,
que no oyen ni ven:
son pocos los que saben
librarse de la desgracia.
Tal es el destino
que estorba el espíritu
de los mortales,
como cuentas infantiles
ruedan de un lado a otro,
oprimidos por males innumerables:
porque sin advertirlo
los castiga la Discordia,
su natural y triste compañera,
a la que no hay que provocar,
sino cederle el paso
y huir de ella.


¡Oh padre Zeus!
¡De cuántos males
no librarías a los hombres
si tan sólo les hicieras
ver a qué demonio obedecen!


Pero para ti, ten confianza,
porque de una divina raza
están hechos los seres humanos,
y hay también la sagrada naturaleza
que les muestra
y les descubre todas las cosas.
De todo lo cual,
si tomas lo que te pertenece,
observarás mis mandamientos,
que serán tu remedio,
y librarán tu alma
de tales males.


Abstente en los alimentos como dijimos,
sea para las purificaciones,
sea para la liberación del alma,
juzga y reflexiona
de todas las cosas y de cada una,
alzando alto tu mente,
que es la mejor de tus guías.


Si descuidas tu cuerpo para volar
hasta los libres orbes del éter,
serás un dios inmortal, incorruptible,
ya no sujeto a la muerte.

Leer más...
23 marzo 2015

(Estudio comparativo del texto copto de Nag Hammadi con El Mensaje Reencontrado)

11. Dijo Jesús: «Pasará este cielo y pasará asimismo el que está encima de él. Y los muertos no viven ya, y los que están vivos no morirán. Cuando comíais lo que estaba muerto, lo hacíais revivir; ¿qué vais a hacer cuando estéis en la luz? El día en que erais una misma cosa, os hicisteis dos; después de haberos hecho dos, ¿qué vais a hacer?».

El que está en el error intenta imponerlo a los demás.
El que posee la verdad se esfuerza en aplicarla a sí mismo.
Esta es la señal que no engaña.
Sea cual fuere lo que hayamos decidido hacer, perseveremos hasta que el absurdo o la luz de Dios nos libere y nos haga libres en el acto y en el reposo.
La verdad que separa y que une. Unos. Dos. Uno y nada más.
I: 1-1'

12. Los discípulos dijeron a Jesús: «Sabemos que tú te irás de nuestro lado; ¿quién va a ser el mayor entre nosotros?» Díjoles Jesús: «Dondequiera que os hayáis reunido, dirigíos a Santiago el Justo, por quien el cielo y la tierra fueron creados».

Quien adora a Dios en su corazón, ama a la humanidad en el mundo y respeta a todos los seres vivos, justifica toda la creación presente, porque es el único que ya está justificado ante Dios.
Si liberáramos lo que está oculto en el hombre, nos volveríamos como el Señor de luz y bendeciríamos a la humanidad y a la creación entera en medio mismo de las tinieblas de la muerte.
XIV: 57-57'

13. Dijo Jesús a sus discípulos: «Haced una comparación y decidme a quién me parezco». Dijóle Simón Pedro: «Te pareces a un ángel justo». Díjole Mateo: «Te pareces a un filósofo, a un hombre sabio». Díjole Tomás: «Maestro, mi boca es absolutamente incapaz de decir a quién te pareces». Respondió Jesús: «Yo ya no soy tu maestro, puesto que has bebido y te has emborrachado del manantial que yo mismo he medido». Luego le tomó consigo, se retiró y le dijo tres palabras. Cuando Tomás se volvió al lado de sus compañeros, le preguntaron éstos: «¿Qué es lo que te ha dicho Jesús?» Tomás respondió: «Si yo os revelara una sola palabra de las que me ha dicho, cogeríais piedras y las arrojaríais sobre mí: entonces saldría fuego de ellas y os abrasaría».

¿Quién ha encontrado el santo cáliz?
¿Quién ha abierto el vaso sellado?
¿Quién ha mirado en el secreto?
¿Quién ha bebido en el manantial?
¿Quién ha caído en el cielo?
¿Quién ha muerto en la vida?
¿Quién ha resucitado en el amor?
¿Quién está establecido en el conocimiento?
¿Quién reposa en la paz del Perfecto?
¿Quién se ha vuelto UNO con aquél que ES?
XXI: 48

14. Díjoles Jesús: «Si ayunáis, os engendraréis pecados; y si hacéis oración, se os condenará ; y si dais limosnas, haréis mal a vuestros espíritus. Cuando vayáis a un país cualquiera y caminéis por las regiones, si se os recibe, comed lo que os presenten (y) curad  a los enfermos entre ellos. Pues lo que entra en vuestra boca no os manchará, mas lo que sale de vuestra boca, eso sí que os manchará».

Quien retiene su lengua evita la más frecuente ocasión de pecar que pueda haber.
XVIII: 57

15. Dijo Jesús: «Cuando veáis al que no nació de mujer, postraos sobre vuestro rostro y adoradle: Él es vuestro padre».

Él engendra a su Madre, y su Madre lo engendra en el mundo para la salvaguardia de los santos y de los Sabios.
XX: 52'

16. Dijo Jesús: «Quizá piensan los hombres que he venido a traer paz al mundo, y no saben que he venido a traer disensiones sobre la tierra: fuego, espada, guerra. Pues cinco habrá en casa: tres estarán contra dos y dos contra tres, el padre contra el hijo y el hijo contra el padre. Y todos ellos se encontrarán en soledad».

Tu padre, tu madre, tus hermanos, tus hermanas, tu compañera, tus hijos y tus amigos pueden volverse contra Dios y agobiarte con sus malos pensamientos y sarcasmos. No te corresponde juzgarlos, pero puedes huir de ellos tan aprisa y tan lejos como te lleven tus dos piernas, ya que el Señor te acompañará y reemplazará ventajosamente a tu familia de vanidad.
XXI: 44'

17. Dijo Jesús: «Yo os daré lo que ningún ojo ha visto y ningún oído ha escuchado y ninguna mano ha tocado y en ningún corazón humano ha penetrado».

La curiosidad exterior de los profanos es la barrera más eficaz que los mantiene en la ignorancia del secreto de la Palabra revelada.
Así pues, la malicia de nuestro ojo de afuera es lo que nos mantiene en las tinieblas exteriores, y la pureza de nuestro ojo interior es lo que nos hace aproximarnos a la luz de Dios.
XXXII: 8-8'

18. Dijeron los discípulos a Jesús: «Dinos cómo va a ser nuestro fin». Respondió Jesús: «¿Es que habéis descubierto ya el principio para que preguntéis por el fin? Sabed que donde está el principio, allí estará también el fin. Dichoso aquel que se encuentra en el principio: él conocerá el fin y no gustará la muerte».

Si quieres conocer el comienzo, estudia el fin, y si quieres llegar al fin, toma el comienzo.
 «Desunir no es dispersar. Reunir no es añadir».
III: 62'

19. Dijo Jesús: «Dichoso aquel que ya existía antes de llegar a ser. Si os hacéis mis discípulos (y) escucháis mis palabras, estas piedras se pondrán a vuestro servicio. Cinco árboles tenéis en el paraíso que ni en verano ni en invierno se mueven y cuyo follaje no cae: quien los conoce no gustará la muerte».

Incluso el uno forma parte de los números y de las letras, mientras que el acento los anima secretamente, sin estar ligado ni sometido a ninguno.
El quinto es el que está antes que el primero. Es el que se mueve y que mueve invisible y visiblemente.
XXXI: 45-45'

--
Fuente del texto (excepto notas comparativas): Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero, BAC

Pág. 1/12
Pág. 3/12
Leer más...
22 marzo 2015
Siempre vivo espiritualmente a marcha lenta y en un desierto total entre mis allegados, muy amables pero del todo extraños a nuestra búsqueda. Es una prueba difícil para mí y a la que no logro acostumbrarme. Para colmo de mi desgracia, cada día tengo una necesidad más fuerte y tenaz de entregarme a la contemplación del Señor Dios y su creación, lo que es absolutamente incompatible con las necesidades del mundo caído, tanto más cuanto que vivimos en una época en la que nadie alienta a nadie a tomar este tipo de vida.


También me encuentro en una etapa desértica y seca, pero camino en espera del oasis o, ¿quién sabe?, tal vez la tierra prometida, la terra incognita, terra virgina, etc., que sólo se alcanza atravesando el desierto durante cuarenta años.

Louis Cattiaux





Buscar el mundo y servir al Señor es imposible.
Servir al mundo y buscar al Señor es más imposible todavía.

Cuarenta es la cifra de la esperanza, del despojamiento, de la transformación y de la maduración.

El Mensaje Reencontrado XXXII: 41-41' y VIII: 11'
Leer más...
12 marzo 2015

(Estudio comparativo del texto copto de Nag Hammadi con El Mensaje Reencontrado)

Estas son las palabras secretas que pronunció Jesús el Viviente y que Dídimo Judas Tomás consignó por escrito.

1. Y dijo: «Quien encuentre el sentido de estas palabras no gustará la muerte».

Demasiada gente pretende enseñarnos el sentido oculto de las Escrituras, cuando a la vista está que no gozan de las bendiciones que proporciona tal conocimiento, ya que las obras de vida deben confirmar las palabras santas y Sabias, a ejemplo de la creación que manifiesta la virtud del verbo divino.
«Si somos ignorantes estudiemos la naturaleza y si nos creemos instruidos volvámonos sencillos en Dios».
VI: 62

2. Dijo Jesús: «El que busca no debe dejar de buscar hasta tanto que encuentre. Y cuando encuentre se estremecerá, y tras su estremecimiento se llenará de admiración y reinará sobre el universo».

¡Oh, terrorífico misterio del salvamento o de la perdición del hombre extraviado en la mugre de la muerte!
Nos fundimos de terror, nuestros dientes castañean y nuestro pelo se eriza a pesar de nuestra loca esperanza.
XXXVI: 30-30'

3. Dijo Jesús: «Si aquellos que os guían os dijeren: Ved, el Reino está en el cielo, entonces las aves del cielo os tomarán la delantera. Y si os dicen: Está en la mar, entonces los peces os tomarán la delantera. Mas el Reino está dentro de vosotros y fuera de vosotros. Cuando lleguéis a conoceros a vosotros mismos, entonces seréis conocidos y caeréis en la cuenta de que sois hijos del Padre Viviente. Pero si no os conocéis a vosotros mismos, estáis sumidos en la pobreza y sois la pobreza misma».

El mundo caído es, en realidad, el inmundo bajo el cual está oculto el verdadero mundo que debemos reencontrar y magnificar en Dios.
Predicamos el cielo terrestre y la tierra celeste, y no el cielo desencarnado ni la tierra exiliada, como hacen los extremistas que separan pero que no saben unir.
Deseamos el reino unido, el reino completo, el reino de Dios.
XXXVII: 63-63"

4. Dijo Jesús: «No vacilará un anciano a su edad en preguntar a un niño de siete días por el lugar de la vida, y vivirá; pues muchos primeros vendrán a ser últimos y terminarán siendo uno solo».

¿Los primeros no vienen ahora en último lugar? ¿Y los últimos no están en primer lugar? ¿Abriremos los ojos y comprenderemos la lección del Altísimo? ¿Veremos la luz brillar y enderezarse?
XXIX: 22'

5. Dijo Jesús: «Reconoce lo que tienes ante tu vista y se te manifestará lo que te está oculto, pues nada hay escondido que no llegue a ser manifiesto».

El inaccesible se mueve ante nuestros ojos y descansa en nuestras manos.
¿Quién lo hará visible? Y ¿quién le dará el peso de la encarnación divina?
X: 11'

6. Le preguntaron sus discípulos diciéndole: «¿Quieres que ayunemos? ¿Y de qué forma hemos de orar y dar limosna, y qué hemos de observar  respecto a la comida?» Jesús dijo: «No mintáis ni hagáis lo que aborrecéis, pues ante el cielo todo está patente, ya que nada hay oculto que no termine por quedar manifiesto y nada escondido que pueda mantenerse sin ser revelado».

La malicia de los malvados les permite engañar y robar a los hombres durante algún tiempo, pero jamás les permitirá engañar y robar a Dios, ni tan sólo un segundo. Esto está totalmente asegurado.
XXXVII: 59

7. Jesús dijo: «Dichoso el león que al ser ingerido por un hombre se hace hombre; abominable el hombre que se deja devorar por un león y éste se hace hombre».

En vano intentaremos creer, ver e incluso tocar; si no poseemos la Madre eterna y el Padre divino jamás alcanzaremos al Hijo santo.
La virtud del león domado prevalece sobre la dulzura natural del cordero y, ambos reunidos, engendran la perfección del Señor último.
XIII: 18-18'

8. Y dijo: «El hombre se parece a un pescador inteligente que echó su red al mar y la sacó de él llena de peces pequeños. Al encontrar entre ellos un pez grande y bueno, aquel pescador inteligente arrojó todos los peces pequeños al mar y escogió sin vacilar el pez grande».

El mundo es plural pero el hombre es singular.
El gran conocimiento mora en el fondo de nosotros.
III: 28-28'

9. Dijo Jesús: «He aquí que el sembrador salió, llenó su mano y desparramó. Algunos (granos de simiente) cayeron en el camino y vinieron los pájaros y se los llevaron. Otros cayeron sobre piedra y no arraigaron en la tierra ni hicieron germinar espigas hacia el cielo. Otros cayeron entre espinas —éstas ahogaron la simiente— y el gusano se los comió. Otros cayeron en tierra buena y (ésta) dio una buena cosecha, produciendo 60 y 120 veces por medida».

Basta con que el labrador labre, pues Dios es quien siembra, riega, hace germinar, florecer, fructificar y quien multiplica la simiente.
XV: 49'

10. Dijo Jesús: «He arrojado fuego sobre el mundo y ved que lo mantengo hasta que arda».

Las sutilezas intelectuales son nimiedades respecto al conocimiento del mundo total.
Arrojemos nuestra ciencia al fuego y nos producirá por fin algo bueno, como la simplicidad de las cenizas.
XI: 3-3'

--
Fuente del texto (excepto notas comparativas): Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero, BAC


Pág. 2/12
Leer más...