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Versículo al azar
El Mensaje Reencontrado
Libro XXVIII
NI REVÉTUE — EL BARRO
27. Si nos preguntan qué es el Libro, respondamos: una piedra sobre la cual se apoyan firmemente los creyentes y un manantial del cual extraen agua sin cesar.
27'. 36 opiniones conocidas simultáneamente.
36 oficios aprendidos de una vez.
36 cosas hechas al mismo tiempo.
36 luces vistas de repente.
36 deseos realizados en uno solo.
36 religiones reunidas en una fe.
06 septiembre 2016
Ishtar - Museo Británico |
Las necesidades naturales deben permanecer separadas del culto de Dios hasta que sean absorbidas en él sin esfuerzo. Así evitaremos la división del pecado principal y su multiplicación en pecados particulares, que acaban por desanimar de la fe y del amor de Dios.
Debemos tener cierta tolerancia con nosotros mismos y con los demás, como hace el Señor con todos; pero debemos permanecer muy despiertos en la búsqueda y en la frecuentación del Perfecto, pues es el único que nos liberará de las trampas y de las tentaciones del mundo si se lo pedimos sin cansarnos nunca.
XXIII: 1-1'
"Se adelantó Istar ante Anu, su padre, a Antum, su madre, fue y [dijo]: «Padre mío, ¡Gilgamesh ha acumulado insultos sobre mí! Gilgamesh ha enumerado mis hediondos hechos, mi fetidez y mi impureza». Anu abrió la boca para hablar, diciendo a la gloriosa Istar: «Pero, en verdad, tú incitarías [...], y por ello Gilgamesh ha citado tus hediondos hechos, tu fetidez y tu impureza». Istar abrió la boca para hablar, diciendo a [Anu, su padre]: «Padre mío, ¡hazme el Toro del Cielo [para que castigue a Gilgamesh], [y] llene a Gil[gamesh...]! Si tú [no me haces] [el Toro del Cielo], quebraré [las puertas del mundo inferior]; yo haré [...], yo [levantaré los muertos roídos (y) vivos], ¡Para que los muertos superen a los vivos!» Anu [abrió la boca para hablar], diciendo [a la gloriosa Istar]: «[Si hago lo que me] pides, [habrá] siete años de cáscaras (hueras). ¿Has cosechado [grano para la gente]? ¿Has cultivado hierba [para las bestias]?» [Istar abrió la boca] para hablar, [diciendo a A]nu, su padre: «[Grano para la gente] he almacenado, [hierba para las bestias] he proporcionado. [Si ha de haber siete] años de cáscaras, [he reu]nido [grano para la gente], [he cultivado] hierba [para las bestias]»."
No ocultaremos a nuestros hijos que están revestidos de una piel de bestia y tampoco les esconderemos los apetitos y las necesidades de la bestia, y se los presentaremos como funciones naturales indispensables para el mantenimiento de la vida encarnada, funciones de las que nadie debe estar orgulloso ni tener vergüenza, pues son pasajeras.
XXIII: 15
"Con [su] tercer resoplido [saltó] contra Enkidu. Enkidu paró su embestida. Brincó a lo alto Enkidu, asiendo al Toro del Cielo por los cuernos. El Toro del Cielo lanzó [su] espuma a [su] cara, le restregó con lo espeso de la cola. Enkidu abrió la boca para hablar, diciendo [a Gilgamesh]: «Amigo mío, nos hemos preciado [...]». Entre el cuello y las astas [hincó] su espada. Cuando hubieron matado al Toro, arrancaron su corazón, colocándolo ante Samas. Retrocedieron y rindieron homenaje a Samas. Los dos hermanos se sentaron. Entonces Istar subió al muro de la amurallada Uruk, se encaramó en las almenas, pronunciando una maldición: «¡Ay de Gilgamesh porque me injurió matando al Toro del Cielo!»"
¿No es preciso que quememos primero el hedor agresivo que nos ata y envenena por todas partes? Pues es lo que obstaculiza la unión del amor divino.
XXIII: 21'
"Cuando el toro del cielo estuvo muerto, le arrancaron su corazón, y lo ofrecieron ante Sammash. Retrocediendo por rendirle homenaje, ambos se sentaron. Entonces Ishtar subió al muro de la ciudad de Uruk, desde lo más alto de las almenas profirió una maldición: “¡Pobre de Gilgamesh, que me injurió matando al toro del cielo!” Cuando Enkidu oyó estas palabras, arrancó el muslo derecho del toro y se lo arrojó a la cara a la diosa, diciendo: “Si pudiera atraparte, como a él te trataría, ¡Colgaría sus entrañas junto a las tuyas!”. Con esto, Ishtar llamó a las rameras del templo y a las mozas del placer, para que se lamentasen sobre el muslo del toro del cielo."
Hay los santos según el mundo que reprimen su naturaleza instintiva y hay los Sabios según el mundo que siguen su naturaleza instintiva. Hay los santos según Dios que siguen su naturaleza intuitiva y hay los Sabios según Dios que encarnan su naturaleza celeste. ¡Estos son los únicos supervivientes!
XXIII: 42'
"Pero sucedió que, viendo Gilgamesh un limpio pozo de agua fresca, se retiró hacia él a bañarse, y durante su aseo, una serpie olfateó la planta y la robó, alejándose mientras mudaba la piel. Por esto Gilgamesh se sienta y llora, y mientras las lágrimas le recorren las mejillas le dice a Urshunabu, el barquero: «¿Para quién, Urshunabu, trabajaron mis manos? ¿Por quién se ha derramado la sangre de mi corazón? Mis esfuerzos no ganaron recompensa alguna y, sin embargo, ¡gran recompensa ha obtenido por mí el león de la tierra! Cuando comencé mi viaje, la muerte siempre lo impulsó, y su temor me hizo seguir adelante. ¡Sabido era que la vida no había de hacerlo terminar! Mi peregrinaje estuvo siempre surcado por el llanto y las miserias, y si éstas me acompañaron en su principio, ¿por qué no iban a acompañarme también en su final? Al final del sendero siempre se encuentra la nota que reza desconsolada: “Volverás a mí”, y quizá así deba ser. “Abandona la barcaza y retírate”, y así debe ser.»"
Algunos Sabios han adivinado el principio de los comienzos, pero ¿cuántos de entre ellos lo han concebido claramente? ¿Cuántos lo han encarnado visiblemente? ¿Cuántos lo han tenido en sus manos? ¿Cuántos lo han fijado en su corazón? ¿Cuántos se han unido a él para la vida eterna?
XXIII: 44'
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